Los cuentos están llenos de símbolos y, al igual que el símbolo, tienen una condición universal, y es por eso que a menudo encontramos variantes del mismo cuento en diferentes partes del mundo. El psiquiatra Carl Gustav Jung consideraba que las imágenes primordiales o arquetipos contenidos en el inconsciente colectivo podían estudiarse sólo a través de su manifestación simbólica. Por eso, aunque como lectores no conozcamos el significado de los símbolos de los cuentos, al leerlos, se produce una respuesta por parte de nuestro inconsciente. Una disciplina que utiliza sistemas simbólicos por excelencia es la alquimia, la cual Jung estudió en profundidad a lo largo de su carrera y halló un paralelismo entre esta tradición filosófica y los procesos de la psique.
En este artículo voy a hacer una lectura en clave alquímica de un cuento de hadas que todos conocemos: Blancanieves.
Los colores
El proceso de la obra alquímica se divide en tres fases de tratamiento de la prima materia asociadas a un color determinado: la nigredo (obra en negro), fase de la desintegración; la albedo (obra en blanco), fase de la disolución; y la rubedo (obra en rojo), fase de la unificación. Simbólicamente representan el paso desde las tinieblas hasta la luz del oro espiritual.
En el cuento de Blancanieves, los tres colores aparecen en la descripción del físico de la joven: la piel tan blanca como la nieve, los labios tan rojos como la sangre y el pelo negro tan negro como el ébano. Los tres colores, que aluden a las fases de la Gran Obra, sirven como indicios a los caminos de pruebas por las que deberá pasar nuestra iniciada para llegar a la purificación del alma, el objetivo final de la transformación alquímica.
El viaje y el bosque
Al igual que los alquimistas buscan alcanzar la sabiduría durante el proceso de la Gran Obra, los viajes en los cuentos representan los caminos de conocimiento y elevación espiritual. Cuando la madrastra decide deshacerse de Blancanieves, le encarga a un cazador que la mate, pero él la lleva al bosque para que se esconda allí. Blancanieves, entonces, emprende un viaje por el bosque, que no es otro que un viaje iniciático hacia la iluminación a través de los obstáculos.
Los números 3 y 7
El número tres es el número de la perfección. Tres gotas de sangre derrama la madre de Blancanieves en la nieve al pincharse el dedo con una aguja. La sangre, a su vez, está asociada a la creación de la vida. Por otra parte, la madrastra, intenta matarla también tres veces. Tres días lloran los enanos la muerte de Blancanieves. Tres fases componen el Magnum Opus.
El número 7 establece una relación entre los siete planetas (Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Mercurio, Luna y Sol) , los siete días de la semana, los siete dioses del cielo y los siete metales conocidos en la antigüedad (hierro, plomo, cobre, estaño, mercurio, plata y oro).
El siete se asocia a los pasos de la gran obra: calcinación, disolución, separación, conjunción, putrefacción, coagulación y sublimación.
Es a los siete años cuando Blancanieves adquiere la belleza, son siete los enanitos que viven en la casa del bosque, son siete platos de los que come Blancanieves y siete camas que prueba. El siete representa la sabiduría por lo que solo aquel al que se le revela este número puede alcanzar la transmutación y ser un iniciado.
La cabaña del bosque
La cabaña de los enanos podría asociarse al horno donde se lleva a cabo la cocción de la obra y se produce la transmutación de la materia. En esa cabaña, Blancanieves debe encargarse de las labores de la casa, es decir, debe seguir los pasos del opus de manera paciente, hacer un trabajo interior y superar sus pasiones para poder alcanzar el éxito.
La muerte
En esta lectura del cuento, Blancanieves es una candidata a la iniciación. En la antigüedad y en algunos pueblos hoy en día, los ritos de iniciación incluyen una muerte simbólica (ceremonial) del iniciado que marca el paso de la infancia a la pubertad. Nuestra protagonista debe pasar por una muerte aparente antes de alcanzar la luz (la sabiduría) y resucitar como iniciada.
Como hemos visto antes, la madrastra intenta matar a Blancanieves en tres ocasiones. Lo consigue a la tercera con una manzana. Blancanieves debe pasar esa tercera prueba para llegar a la iniciación, pero como aún no está preparada, “muere”. En referencia al opus, si la materia está imperfecta debe reposar para convertirse en polvo de la transmutación.
En el cuento de Blancanieves no se trata de una muerte como tal, más bien, de un sueño profundo. Es habitual que en los cuentos mágicos el sueño se utilice como un período de no acción que conduce al conocimiento más profundo. Como nuestra protagonista no está lo suficientemente madura para recibir dicho conocimiento y cae en la tentación a pesar de las advertencias de los enanos, necesita este tiempo de reposo para “madurar” y prepararse para alcanzar la iniciación. En la alquimia, la materia prima, para ser transmutada, primero debe pasar por las fases de la desintegración.
El sarcófago de vidrio en el los enanitos colocan a Blancanieves puede verse como el huevo alquímico, que a su vez alude al vaso hermético, el recipiente donde se produce el proceso de purificación y transmutación de la materia prima.
La resurrección
Como hemos visto antes, Blancanieves cae en un estado de inconsciencia, una muerte aparente, para luego resucitar (despertar), es decir, para alcanzar el conocimiento y la identidad plena. Para eso, necesita la intervención de un príncipe que la despierte con un beso. Esto es lo que se conoce en la alquimia como las bodas químicas, la unión del Rey y la Reina, de los principios de Mercurio y Azufre, o la integración de los opuestos en la psicología junguiana. Esta unión de las polaridades cósmicas contrarias es necesaria para la generación de la piedra filosofal, o lo que es lo mismo, la elevación espiritual. En otras palabras, representa el final del viaje y la toma de conciencia.
Al igual que la meta de la Gran Obra es la obtención de la piedra filosofal o la transmutación a nivel espiritual, el cuento es una metáfora de la regeneración espiritual de la protagonista. Podemos entender que obtener el lapis equivale a renacer en un nivel superior o lo que es lo mismo, obtener el equilibrio de los componentes psíquicos. En términos junguianos, una persona alcanza la individuación (se convierte en un individuo pleno), sólo tras los procesos de desintegración y reconstrucción de la psique, que se identifican con las etapas de la Gran Obra.
Esta lectura del cuento de Blancanieves en clave alquímica sirve para explicar que sólo tras una muerte y una posterior resurrección es posible alcanzar la iniciación o la sabiduría. Eso era lo que buscaban los alquimistas en sus trabajos y la alegoría que podemos leer en el cuento de Blancanieves.