Saltar al contenido

El matrimonio con la muerte

La hierogamia o hiero gamos tiene su raíz etimológica entre las palabras griegas de ἱερὸς “sagrado” γάμος “unión o matrimonio”, ἱερογαμία «matrimonio santo». Es un término que alude a múltiples religiones en el que se considera un rito que da paso a una boda espiritual o matrimonio sagrado como el que puede ser entre Zeus y Hera o en la cultura mesopotámica entre Tammuz e Innana.

Se trata de un rito de fertilidad o una unión mística cosmológica entre el cielo y la tierra, también relacionado con la figura de la Madre Tierra en muchas culturas. Pero también sería un mito de la transformación, el renacimiento a través de la muerte.

La figura de la Madre Tierra se la considera como una fuerza dadora de vida, pero tiene una relación directa con La Diosa de la Muerte en cuanto al aspecto oscuro y funerario. Puede tener rasgos auténticamente terroríficos y angustiosos. Si la Madre Tierra tiene también la capacidad de la transformación de Diosa de la Muerte es precisamente por la consideración de ella como matriz universal. Pero no hay que entender la muerte como un final, sino como el poder regenerador de la vida. El aspecto terrorífico de la Madre Tierra se da también por la necesidad del sacrificio como un modo de paso, dejar algo atrás para renovarse en algo nuevo.

Rosarium Philosophorum

Estas simbologías y tradiciones forman parte del inconsciente colectivo como formas de pensamiento universales de la humanidad. Herencias que tenemos en la imaginación humana que explican que se repitan ciertos mitos o leyendas en todo el mundo de forma idéntica. Por ello estas formas de hierogamias las podemos encontrar en múltiples religiones y en ritos de la transformación. Así como Jung lo pudo encontrar en muchos de los relatos de sus pacientes y también relacionó con el imaginario alquímico, que justamente adquiere un simbolismo de transformación.

Primero debemos entender “lo numinoso” de la Madre Tierra y el sentimiento de espanto o de horror que nos puede dar lo sagrado como un mysterium tremendum algo inexplicable que queda delimitado por el lenguaje. Tenemos que entender las piedras sagradas, la hierba sagrada como el pelo de la Madre Tierra, o el árbol sagrado no como algo material sino como mysterium sagrado de algo que ya no es solo piedra, hierba o árbol. La hierofanía de la Madre Tierra podría ser la hierba, pero la teofanía de la Madre Terra sería su encarnación en la hierba.

Con la llegada de la agricultura se produce un cambio en la jerarquía religiosa dando una gran importancia a la fertilización y el misterio de la procreación. La agricultura se asimilaba a este acto de regeneración. La representación mágico-religiosa pasó de Madre Tierra como matriz, las semillas como semen virile y la lluvia como la hierogamia entre el cielo y la tierra. Con esta hierogamia ya no había un dios creador sino un dios fertilizador dando paso a la importancia de la Diosa como la que asegura la vida del mundo. De hecho, el dios es reemplazado por el hijo de la diosa con la caracterización de que estos mueren y resucitan. Tenemos muchos ejemplos como el de Tammuz, Atis, Osiris, Adonis hasta llegar a Jesús.

Esta relación entre la vida y la muerte, la resurrección y el nacimiento serán tratados como un mysterium.

Rosarium Philosophorum

En distintas tribus indias norteamericanas sus mitos de nacimiento empiezan bajo la tierra, en cavernas o cuevas, esta simbología estará directamente relacionada con los pasos de los mundos subterráneos con la ginecología de la mujer de la gestación hasta el nacimiento.  Un ejemplo es el de la tribu de los Yaruro de América del Sur y la Gran Madre que vive en el país de Kuma, un país mítico. A Kuma es a dónde van los muertos y allí renacen como niños en un lugar paradisiaco. Los chamanes de la tribu también viajan a Kuma durante el trance narrando al pueblo sus visiones en este país idílico donde renacen los muertos. De hecho, la nostalgia por la muerte entre los Yaruro es un hecho ya que siempre quieren regresar al país de la Madre.

En distintas culturas europeas también se cree que los niños vienen de cuevas, grutas, cavernas o la tierra. Así como son innumerables las leyendas de mujeres que se quedan embarazadas en ríos, rocas árboles o cavernas. En Europa existe un sentimiento muy fuerte o una experiencia mística de la autoctonía que no tiene que ver con el nacionalismo, pero sí con un sentimiento de arraigo del lugar donde se nace. Existe la creencia en muchos lugares europeos de que uno nace de la tierra o nace del suelo como el resto de los seres vivos, como las plantas. Por eso para muchas culturas europeas es importante el enterramiento de uno, por el deseo de volver a la Madre.

Entre los pueblos escandinavos, en Alemania, Japón o China es tradición dejar al recién nacido postrado en la tierra justo después de ser lavado. En China se deja en la tierra también al moribundo antes de morir y la gente a su alrededor llora al moribundo, así como el niño llora cuando nace y se le deja en el suelo. La decisión entre la vida y la muerte la dejan en manos de la Madre Tierra.

La hierofanía de las piedras no es casualidad, son numerosas las leyendas que hablan de las piedras como los huesos de la Madre Tierra.  En ciertas tradiciones del paleolítico se cree que los huesos tenían la esencia de la vida y si tenemos a la tierra como dadora de vida o gran matriz, todo lo que se entierra se regenera. Esto se considera la prehistoria de la alquimia, la matriz de la tierra donde maduran los minerales y las piedras.

Las cavernas se han asimilado muchas veces con un símbolo del laberinto, que es uno de los lugares primordiales de las iniciaciones y del enterramiento de los muertos. Las Sibila se sitúa en Cumas cerca de Nápoles, en una cueva. Otro ejemplo es el de las pitonisas, que también estaban ligadas a las cavernas, una de las pistas es que delph significa “útero” el nombre que había conservado el santuario más famoso del helenismo, Delfos. Pausanias habla de un lugar en Argos llamado “delta y” que era considerado el santuario dedicado a Deméter teniendo en cuenta que la letra delta en griego es un triángulo, símbolo femenino en cuanto se refiere al útero. Entrar o penetrar en una caverna, cueva o laberinto en los ritos de iniciación era como volver al vientre de la madre, así como los ritos funerarios tienen que ver con la muerte y la resurrección. Para Jung un gran ejemplo son las cuevas neolíticas de Hal Saflieni, en Malta. La necesidad de identificarse con el muerto que resucita.

Uno de los mitos o mysterium que explica esta transición hasta la resurrección son los mitos de Eleusis. Toman este nombre por la ciudad Eleusis que era donde se celebraban estos ritos cerca de la ciudad de Atenas, uno de los ritos más importantes. El mito habla de Koré o Perséfone y Deméter. Deméter es la diosa de la agricultura, de la vida y la fertilidad, con la que tiene hijos con Zeus

Perséfone es raptada por Hades y cuando Demeter tiene noticia, su ira es tan grande que hará que la tierra deje de dar sus frutos. Buscará a su hija por todos los lugares de la tierra hasta llegar a Eleusis donde enseñará la técnica de la agricultura. Cuando se entera de que su hija ha sido raptada por Zeus y Hades llamará a Rea y llegará a un acuerdo con ellos. Perséfone será la reina del inframundo durante tres meses del año (el invierno) y el resto del tiempo lo pasará en la tierra con su madre. Este mito marcará las estaciones, pero también la importancia del renacimiento en la agricultura.

La luna es un elemento muy característico de esta mitología también relacionada con la agricultura y lo femenino ya que marcaba los tiempos de transición. Las cuatro fases de la luna también simbolizan este renacer, la luna nueva la muerte y la luna llena, la vida. Por eso los calendarios serán marcados por estas fases lunares durante muchos siglos. Este simbolismo de la Luna y el Sol, serán arquetipos de otra de las hierogamias o bodas más famosas para los alquímicos, la unión de los opuestos.

Concepcion de Merlin Biblioteca Mazarine Paris, 1286

Marie-Louise Von Franz fue una analista jungiana y compañera de investigación de Jung durante muchos años. Es conocida por sus traducciones y estudios de manuscritos alquímicos, pero también es conocida por haber investigado e interpretado más de 65000 sueños en su vida. En su libro “sobre los sueños y la muerte” analiza estos arquetipos sobre la muerte y habla de la importancia de soñar con bodas y la hierogamia o “el matrimonio de la muerte”. Von Franz comenta que en la Grecia antigua soñar con una boda puede significar la muerte ya que se consideran momentos cíclicos de la vida. Tanto los dioses Eros (amor), Hypnos (sueño) y Thánatos (muerte) son hermanos que a menudo se les confunde en las iconografías. Otro dato curioso es que a la tumba en griego antiguo se le denominaba Tálamos que significa “lecho conyugal”. En muchas tumbas etruscas podemos encontrar estas representaciones festivas, incluso con música y bailes que podrían representar una boda.

Plutarco comenta en los Mitos de Isis y Osiris lo siguiente: “De aquí debe provenir la costumbre extendida entre los egipcios, en el momento del banquete, de sacar una figura humana en un féretro y pasearla alrededor de los invitados; no se hace, como algunos creen, en memoria trágica del féretro de Osiris, sino para recordar a los invitados que debe aprovecharse el tiempo sin desperdiciar el momento presente, pues es cuestión de tiempo que todos acaben como el muerto. Éste es el motivo de introducir a tan desagradable invitado.” Esta Imagen también nos recuerda a lo que después será en la Edad Media europea una representación de La Danza Macabra y el tempus fugit.

Lo oscuro indefinido o “lo numinoso” de la muerte se encuentra a menudo en la escritura antigua que hace que en el imaginario arquetípico hasta en nuestros sueños relacionados con la muerte, aparezcan estas mismas imágenes.

A Thánatos se le representa muy pocas veces como una figura personificada, sino se le representa como una nube oscura negra o púrpura o como “velos” que anochecen los ojos o tapan los ojos.

Quizás el gesto de quitar el velo en una boda actual haya perdido el significado, pero como la muerte también requiere un sacrificio en un ciclo de renovación, el propio gesto de quitar el velo también puede que conserve algo de rito antiguo como dejar atrás una vida anterior para juntarse con otra persona en una vida nueva, quitar el velo como gesto de renacer, de reconocer o destaparse los ojos ante otra realidad. A su vez equivaldría al gesto de tapar al muerto, como entendiendo que algo ya no está visible, al menos en el cuerpo. Un rito de paso, un ciclo de vida.