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Sibila de Cumas

«Es el momento de buscar los hados. ¡El dios, he aquí al dios!» Mientras esto decía delante de la puerta, de pronto, ni su gesto ni el color ni la compuesta cabellera eran ya iguales; el pecho anhelante se hincha de rabia y el fiero corazón, y parece más grande y no suena como mortal, porque está inspirada por el numen del dios, ya más cerca.

Eneida, Virgilio.

La Sibila era una profetisa del dios Apolo que ejercía en el santuario de Cumas. Su prestigio fue tan grande, que cuando Octavio Augusto le encarga a Virgilio que escriba la historia mítica de la fundación de Roma, este le otorga a la Sibila un papel clave en su relato, la Eneida.

Cumas, Cuma en italiano, la legendaria Kyme, es la primera colonia italiana fundada por griegos provenientes de Eubea, en el 740 a.C. La gruta de la Sibila está en una caldera volcánica. Su antro se encuentra al final de una galería de 130 metros excavada en roca, flanqueada por doce galerías más cortas por las que entra la luz. Arqueólogos italianos aún buscan entre el laberinto de túneles un nuevo antro de la Sibila que se comunique con el lago Averno, bajo los Campos Ardientes. Estos «Campi Flegrei», son parte del paisaje de montañas e islas diseñado por el volcán Vesubio, en donde la Solfatara sigue emitiendo vapores provenientes de charcos de lava.

Se dice que la Sibila nació en Eritras, en Jonia, en la costa oeste de Turquía, y que su padre era Teodoro y su madre una ninfa, y que nació en una gruta con el don de la profecía. Se dice esto, pero sabemos que la Sibila no era una sola persona, sino un linaje que podemos descubrir tras el significado de los nombres. Mencionamos que el pueblo que funda Cumas procede de la isla de Euboea, que resulta tomar su nombre de Euboia, una náyade, que es como se les llama a las ninfas de arroyos, ríos y lagos. Estás ninfas personifican en forma femenina a diferentes elementos de la naturaleza, como son ríos, árboles o montañas. Son jóvenes y bellas, aficionadas a la música. Disfrutan de una larga vida, aunque no son inmortales, lo que coincide con nuestra sacerdotisa de Cumas, pues se decía de ella que vivió setecientos años. De hecho, Miguel Ángel inmortalizó a la Sibila de Delfos como una bella muchacha, y a la de Cuma como una anciana de rostro arrugado. Y, lo que es fundamental, las ninfas, usualmente amables, aunque a veces formidables como la cumana, poseen un don divino que es el de la profecía. Como muestra valga que antes de la batalla de Platea contra los persas (479 a.C.), las ninfas del monte Citerón se encontraban entre las deidades a las que Arístides, el comandante de los atenienses, dijo que había que orar en el oráculo de Delfos.

Ya solo recordaremos la relación del dios solar Apolo con la adivinación, el orfismo y el conocimiento de ultratumba, y no iremos más lejos. Pero es fácil suponer que cuando los griegos decían que esta sacerdotisa de Apolo era hija de una ninfa eubea, daban a entender claramente a sus coetáneos que procedía de una antigua línea de mujeres adivinas.

La Eneida y la Adivinación

Octavio Augusto va a ser el primer emperador de Roma, lo que definitivamente termina con la República, y le entroniza como semidivino. Se siente en la necesidad de argumentar que tanto la procedencia de su linaje como el destino de Roma son divinos. Con esa función Virgilio recibe el encargo de escribir esta epopeya, que recogiendo el testigo de Homero y partiendo de la caída de Troya, cuenta la historia de Eneas, príncipe de Dardania, (actual Kosovo y parte de Serbia), de estirpe emparentada con Júpiter. Huye con su pueblo de la destrucción de Troya, pero no pueden regresar a Tracia que se ha tornado aliada de los griegos vencedores, por lo que tiene que fundar una nueva ciudad.

A partir de este momento, y a lo largo de los doce libros, los principales pasos que dan durante años y las elecciones que toman, están directamente vinculados con los oráculos y los sueños premonitorios.

En el libro tercero se dirigen al Oráculo de Delos, donde Apolo les indica dónde fundar la ciudad. Pero interpretan mal el oráculo, oscuro como siempre, y se dirigen a Creta, donde fundan Pérgamo. En Creta hay una epidemia y el padre de Eneas, Anquises, le pide a este que vuelva a consultar al oráculo de Apolo en Ortigia. Pero esa noche Eneas tiene un sueño donde las esculturas de los dioses y de los penates frigios (genios del hogar), le hablan y le dicen que debe dirigirse a Italia.

Anquises muere en el camino que le lleva hasta Libia, en donde Eneas tiene un romance con Dido la reina, que le arrebata de tal modo que pierde el interés en seguir el viaje. Ha de ser Mercurio, el mensajero de los dioses, quien le transmita el mandato de Júpiter de continuar su viaje a Italia. Dido se siente traicionada y se suicida, y de paso Virgilio justifica la rivalidad que dos pueblos muy similares, Cartago y Roma, tendrán a lo largo de la historia por la supremacía en el Mediterráneo, hasta que, finalmente, Roma vence y queda como la gran potencia del Mare Nostrum.

En la celebración del primer aniversario de la muerte de Anquises, este se le aparece por la noche a su hijo y le indica que ha de ir a ver a la Sibila de Cumas, con dos objetivos. El primer es que le prediga el futuro de la creación de la ciudad, que luego será Roma. El segundo objetivo, el que le infiere definitivamente su carácter de héroe, será que le ayude a bajar a los infiernos donde, más tarde, el mismo Anquises iniciará a Eneas en saberes arcanos, como del destino de las almas de los hombres tras su muerte, determinado por sus hechos en vida, o el de las purificaciones, y como hay seres cuyo destino es purificar su alma hasta el punto de quedar solo con la esencia divina, y cómo, tras mil años, vuelven a la tierra a dar impulso a otros seres.

Virgilio contaba con información directa de cómo actuaban las Sibilas, del ritual y la cosmogonía que las rodeaba. En sus versos transmite la honda impresión del momento en que ella alcanza la Kénosis, el vaciamiento del yo. Todas las escuelas que han buscado conectar con estados profundos del ser, nos dirigen, de alguna manera, hacia esta compleja necesidad de retirar la conciencia destinada a las operaciones cotidianas, para poder avanzar a un estado diferente. Este linaje de mujeres se hizo hábil en su forma de vaciarse para dejar que Apolo tomara su lugar durante un instante, y así intentar interpretar los oscuros mensajes del más allá.

Libros sibilinos

Se cuenta que la Sibila llegó a Roma a venderle al rey Tarquino el Soberbio nueve libros con predicciones. Tarquino, en un intento de regatear el precio, se negó a comprarlos. Entonces la Sibila quemó tres libros, y le ofreció los seis restantes por el mismo precio. Tarquino, testarudo, volvió a rechazar la oferta y ella volvió a quemar tres más. Por último, el rey pagó el precio por los tres libros restantes.

Se creó un colegio sacerdotal para que se encargara de la custodia e interpretación de estos libros, principalmente en lo referido a ceremonias. En el año 82 a.C., un incendio destruyó el templo de Júpiter que era donde se guardaban. Los libros se quemaron y fueron remplazados por oráculos procedentes de distintas fuentes, volviendo a conformar nueve libros. A finales del siglo IV o principios del V el general Estilicón los destruyó.

Su fama continuó durante la era cristiana, ya que se le atribuía un poema profético sobre la llegada de Jesús y el cristianismo.