Tantra (telar, urdimbre, en sánscrito), hace referencia al un conjunto de textos, métodos y prácticas que componen un sistema.
Vamos a aproximarnos al Tantra a través de sus dos expresiones principales, el shivaísmo tántrico de Cachemira, y el budismo tántrico.
Shivaísmo tántrico de Cachemira.
El shivaísmo no es original de Cachemira, ni el tantrismo es solo shivaita, pero estos tres términos se utilizan indistintamente para referirse a un tipo de culto heterodoxo con respecto al hinduismo.
El shivaísmo se origina en el pueblo tamil, al sur de la India, y Sri Lanka, y posteriormente se extendió por todo el subcontinente indio. La tradición dice que no hay época en que Shiva no existiera. En el séptimo milenio a.e.c., el dios proto-indio Kueyash se representa rodeado de animales salvajes, como tigres y elefantes. En la cultura del Indo, del 3800 al 1750 a.e.c., se encuentran sellos con una figura igualmente rodeada por estos animales sentada en postura de loto, y más tarde aún, en el Atharva Veda volvemos a encontrarlo como Pushupati “dios de los animales” y “dios fálico” que se fundirá con Rudra, el dios indoiranio de la tempestad. Rudra se convierte en uno de los aspectos de Shiva. Rudra es el señor del Soma en el Taittirîya Shamhitâ, la bebida utilizada en los ritos védicos para facilitar la entrada al éxtasis. El nombre de Shiva aparece por primera vez en el Shvetashvara Upanishad en el 400 a.e.c., pero no adquiere las características de un dios poderoso hasta un siglo después, en el Ramayana.
Shiva siempre fue el dios de lo excesivo, al punto que en s. III a.e.c. los griegos vieron en él a Dionisos, si bien en aquellos momentos su culto no era aún muy extendido. Más tarde llegará a ser el principio destructor de la trimurti, junto a Brahmá, creador, y Visnú, conservador. Y en el s. V de nuestra era, su culto alcanzará una gran popularidad.
Shiva será el yogui supremo, en una especial asimilación del dios que representa la energía del universo, con el yogui que toma contacto con la energía psicofísica y la controla. Así, al aunarse con antiguos cultos a diosas comienza a tomar forma el Tantra, con movimientos como el de los Pashupatas, primero, y Lakulas y Kalamukhas, después, ascetas llenos de devoción que untan sus cuerpos con ceniza.
El Brahmayamala o Picumata Tantra, del s. VII es el primer texto tántrico del que tenemos constancia, prácticamente un manual de ritos con objetivos muy diversos. A finales de este siglo el Siddhayogesvarimata Tantra será el primero con el culto Trika, partiendo de la diosa madre.
A partir del siglo VIII, paulatinamente se irá desplazando el foco desde la práctica de rituales a la interiorización, atrayendo a importantes filósofos. El Vijñanabhairava Tantra, de mediados del s. IX, marca esta sofisticación doctrinal. También de la simplificación del rito. El valor del sexo ya no está en la transgresión, sino en la inducción de un estado de éxtasis. Entre otras divinidades, se destaca la diosa Para, la gran conciencia que da cabida al cosmos y su energía. En este mismo momento, por otro lado, Vasugupta nos muestra una forma acabada de yoga en su Shivasutra.
Algo después, en el s. X llegará la que se considera la obra culmen del tantrismo con el Tantraloka de Abhinavagupta. El rito sexual se carga de simbolismo y abstracción filosófica.
“En el pasado se decía que la cesación de la actividad mental solo podía lograrse por medio de renuncia y disciplina. Nosotros enseñamos que puede disolverse sin esfuerzo. Para ello es necesario disolver los objetos percibidos, cualesquiera que sean, en la mente, de tal modo que, sin nada más que percibir, la propia mente se disuelva en el ser interior.”
Esta cita del Svabodhodayamañjari, de Vamanadatta, de principios del siglo X, (edición R. Torella), indica que, con el Tantra, la finalidad del trabajo sigue siendo “la cesación de las acciones de la conciencia”, lo que no difiere en absoluto de las metas marcadas en el yoga clásico de Patañjali[1], y lo que se ha modificado es la vía para alcanzar dicha meta.
Pero hay más. El cosmos es la manifestación de la fuerza creadora de Shiva, o más precisamente de Shakti, su vertiente femenina donde reside la energía. Por tanto, todo es expresión de la fuerza de una conciencia universal, una representación de la conciencia que tiene lugar dentro de sí misma. No hay cabida para lo impuro, ni para dualidades del tipo bueno-malo que son espejismos. Abhinavagupta nos dice que la conciencia universal se diversifica en infinitas conciencias particulares, incluyendo las humanas, a través de la energía, que es una con la conciencia.
Además, rechazan los Vedas por superados, y no establece distinciones de sexo, ni de casta, ni de creencias, ya que cualquier devoción es válida. En la práctica tántrica no se seguirán conductas rectas o adecuadas, sino, al contrario, se desecharán todas estas construcciones que dificultan el contacto con la auténtica identidad del ser. Su yoga buscará detener el flujo espontáneo de la conciencia mediante la reflexión de energía vital sobre ella misma. Y los métodos que propone el tantra son variados y sin ningún interés por la ortodoxia. El sexo, las emociones fuertes y repentinas, concentrar la atención en una idea fija, como “yo soy Shiva”, la repetición de mantras y rituales, o la devoción. En realidad, todo método vale por prohibido o mal visto que pueda estar, y puede estar ayudado por drogas o alcohol, lo importante es alcanzar la experiencia de fusión energética, ya que “solo un dios puede adorar a un dios”.
Dentro de esa diversidad, también hay lugar a los que hacen crítica desde dentro sobre algunas ideas y formas de actuar. Kshemendra, discípulo directo de Abhinavagupta, tiene varias obras donde parodia a gurús cuyos intereses solo se dirigen a satisfacer sus deseos, y se mueven entre lo macabro y lo cómico. También en el Rasarnava[2], texto de alquimia tántrica, el propio Shiva advierte a su consorte, Parvati, de que la liberación no ocurre simplemente por la muerte como afirman algunos, ( …la muerte y su emancipación final, esta es una vana emancipación final, si ocurriera cuando el cuerpo se desmorona, Devi, incluso un asno se liberaría …), ni mediante algunos ritos, muy populares, en donde se ingerían los fluidos corporales de la persona con la que se iba a realizar el rito sexual, ( …si la emancipación final viniera ingiriendo semen, orina o material fecal, se liberaría el perro y el cerdo, Mahadevi …), para, a continuación, hacer un llamado a no olvidar qué es lo fundamental:
“Si el Dharma (la justicia, la virtud) desaparece, ¿de dónde el Dharma (doctrina)? Si el Dharma (doctrina) desaparece, ¿de dónde el ritual? Si el ritual desaparece, ¿de dónde el yoga? Si el yoga desaparece, ¿de dónde la metempsicosis (liberación de la reencarnación)? Si la metempsicosis desaparece, ¿de dónde la emancipación final (moksa)? Si la emancipación final desaparece, no hay nada.”
Entre los siglos XII y XIII, como respuesta a la dominación musulmana, tendrá lugar la expansión de los cultos tántricos secretos, y los Yoginantras, corpus esotérico budista, será acogido en el Tíbet. También se entra en una etapa de un cierto descrédito de la práctica tántrica en beneficio de una visión más teórica. Entre los siglos XIII y XIV, se escribirá la que es posiblemente la obra más conocida de esta corriente, el Kularnava.
La literatura tántrica clásica tendrá continuidad hasta el siglo XIX finalizando en el Brahmananda de Jyotsna, si bien se acaba la visión tántrica de la sexualidad con el colonialismo victoriano en el s. XVIII.
Como hemos visto, la influencia tántrica en el shivaísmo tiene un largo recorrido. Pero podemos resaltar una característica que se mantiene constante, como es el la práctica de un tipo de yoga dirigido a manejar la energía psicofísica como medio para alcanzar el éxtasis que dará entrada al trance místico.
Budismo tántrico. El Camino del Diamante.
En budismo comienza a recibir influencias tántricas desde el siglo VIII, donde ya encontramos textos como el Hevajra Tantra primero, y el Candamaharoshana Tantra a continuación (s. IX).
El nombre de esta vía en sánscrito es Vajra-Dhara, pero es más conocido por el que le da en tibetano el budismo tántrico, Dorje-Chang, «el Rayo de Diamante». Es el rayo interior de la iluminación representado universalmente en dioses y héroes, desde las estelas asirias del dios Baal, hasta las estatuas mediterráneas del Zeus tronante. Contrariamente a las descripciones, no es de diamante por su belleza o valor, sino en un sentido opuesto, por su invisibilidad, ya que para verlo hay que apartar los sentidos. El viajero último lo encuentra cuando el camino lo lleva más allá de los espacios construidos, luego más allá de nombres y formas, y finalmente más allá de sí mismo.
Los Caminos
Buda, después de alcanzar la iluminación en la ciudad de Bodh Gaya, continúa sentado debajo del árbol otras siete semanas, decidiendo si compartirá el conocimiento logrado con el resto de la humanidad. Afortunadamente concluye que lo hará.
Entonces se dirige al Parque de los Venados, en una pequeña ciudad, Sernath, cerca de Benarés y da su primera explicación pública: “Las Cuatro Nobles Verdades”, que son, la vida condicionada es sufrimiento, existe una causa para ese sufrimiento, hay un fin para el sufrimiento, y hay un camino que lleva a ese fin. Aquí habla del karma, o la ley de causa y efecto, donde la vida está condicionada por nuestras acciones, y estas acciones lo están por la vida, no solo actual, sino también pasada. El conocido término sánscrito de Samsara corresponde a la rueda condicionada de la vida, que en tibetano se llamará Khorva.
Estas primeras enseñanzas proporcionan una vía de liberación de esta vida condicionada y del sufrimiento, y su nombre en sánscrito es Hinayana, (Thegchung en tibetano), que significa “Camino Angosto”. Es el primero de los tres caminos.
Ocho años después, en la montaña Geier, cerca de Bodh Gaya, ante un grupo de discípulos abre el segundo camino, el Mahayana, (Thegchen en tibetano), “El Gran Camino”. Atendiendo a la ley de causa y efecto en nuestros pensamientos, expresiones y acciones, y comprendiendo la irrealidad del “yo” podemos liberarnos, tal y como enseña el “Camino Angosto”, pero ahora irá más lejos y enseñará, no solo cómo conseguir la liberación, sino cómo alcanzar la iluminación. Bien porque estos discípulos han llegado más lejos, o bien porque Buda quiere dar una dimensión interpersonal a su doctrina, este camino no se conforma con la liberación de uno mismo, requiere la determinación de ayudar a otros, y por esto entran en juego dos conceptos fundamentales, la compasión y la sabiduría.
El tercero es el “Camino del Diamante”, (Dorje Thegpa, en tibetano, y Vajrayana en sánscrito), que comparte la meta de la iluminación, pero donde también se busca alcanzar el estado de Buda. En la misma zona del norte de la India, en Vaishali, el Buda recibía visitas de sus discípulos. Se dice que había ocasiones en que estos tenían una disposición particular, adecuada a experimentar al Buda como algo interno a ellos, como una meta para su mente, y no como a una persona o un dios, y en estos casos es que impartió las diferentes enseñanzas de este camino, que es complejo. Parte de trabajos preparatorios comunes (Ngondro en tibetano), pero después se abre en tres vías distintas, que más adelante en el tiempo, seguirán teniendo nuevos desarrollos.
Las Tres Vías del Camino del Diamante
“El Camino de la Confianza”, con el Gurú Yoga (Lami Nalyor en tibetano), es un método devocional, en el que se medita en el maestro, que ya alcanzó la iluminación. El efecto que se busca, de alguna manera recuerda al de los procedimientos de la “imitación de Heracles” de los órficos y la “imitación de Cristo” de algunos cristianos. Se dice que es el de la confianza o de la unificación porque demanda de una completa confianza en el maestro, y yo diría que también una confianza similar en la budeidad inherente al propio estudiante.
“El Camino de los Medios” trabaja con la meditación en la energía interna (Yidam en tibetano). Se dice que el Buda transformó su cuerpo en energía y enseñó a sus discípulos la forma de retroalimentarse de energía. También se dice que es la vía que exige mayor intensidad en el trabajo, pero que causa profundas transformaciones de forma más inmediata. En el Tíbet tuvo un gran desarrollo, aunque algo diferente al de la India, (el canal de las chacras está en el centro y no sube por la columna, y hay diferencias de cinco a siete chacras, por ejemplo).
“El Camino de la Comprensión Profunda o Penetrante”, no requiere de tanta intensidad, pero sí de más tiempo. Usando técnicas avanzadas de relajación, se alcanzan estados de concentración los cuales permiten ver con claridad, (Lhagtong, en tibetano, y Vipassana en sánscrito).
Estas tres vías llevan a la consecución del Gran Sello (Mahamudra), en donde ya no es necesario nada de lo anterior para tener estas experiencias de forma consciente. Por ejemplo, se puede experimentar a voluntad el espacio vacío entre pensamientos, o tener comprensiones profundas sin necesidad de meditación.
Los Tres Pilares
Ya sea que nos encaminemos por el Camino Angosto, el Gran Camino, o el Camino del Diamante, toda construcción ha de realizarse sobre tres columnas, el Conocimiento, la Meditación y la Acción, que son tres planos del mismo acto. El conocimiento y la visión son la base, ya que cada individuo debe entender a dónde se dirige. Además, incluye el cuestionamiento como elemento ineludible. Para apreciar la importancia de esta actitud basta con repasar las últimas palabras del Buda: “No crean ahora mis palabras sólo porque un Buda se las ha dicho, sino que investiguen por ustedes mismos. Revisen si corresponden a las experiencias de ustedes, y sean su propia luz”. El lama Ole Bydahl dice del Buda: “Para él no hay ninguna religión que esté por encima de la verdad o de la humanidad”.
La meditación es el medio para convertir en experiencia la visión. Es el elemento central, y eso queda reflejado en la riqueza de técnicas desarrolladas.
La acción, por su parte, fija lo alcanzado. Una doctrina en la práctica ha de convertirse en un acto moral y con significado, o en caso contrario, estaremos ante una evolución inestable e inmadura.
En el apartado de qué actos a realizar, solo los reseñaremos brevemente junto a las prácticas asociadas.
Reconocer la ausencia de un yo. Causa y efecto. Se aprende qué produce sufrimiento y como evitar asumirlo o producirlo.
Experimentar la ausencia de un yo. Calmar la mente, tomar distancia. Prácticas de Shine (tibetano) o Shamata (sánscrito) para la calma mental, para crear un espacio entre el que experimenta y lo que acontece, y reconocer la inconstancia e irrealidad de lo experimentado.
Votos externos. Evitar comportamientos que producen sufrimiento. Evitar las diez acciones perjudiciales, de cuerpo: matar, robar y causar sufrimiento sexual, de lenguaje: mentir, calumniar, ofender y charla insensata, y de mente: la codicia, la malevolencia, y las visiones falsas.
Reconocer la cualidad similar a un sueño del mundo condicionado. Actitud de Bodhisattva. Se reconoce que se puede hacer poco por los demás mientras se esté confuso.
Experimentar la vacuidad. Fortalecer la compasión. “Meditación del dar y recibir”. Ceremonias de Bodhicitta.
Las seis acciones liberadoras (Paramitas). Evitar la ira. Paramitas: generosidad, comportamiento significativo, paciencia, acción entusiasta, meditación, y sabiduría (dirección).
El Buda, espejo de la propia mente. Los cuatro estados búdicos: Estado de la Verdad (experiencia del espacio como sabiduría), Estado de Gozo (disfrute de las posibilidades de la mente), Estado de Emanación (amor activo), Estado Esencial (la mente se expresa de tres maneras, pero es una).
Fusión con la iluminación. Darse cuenta. “El Camino de la Confianza”, Maestro Kagyu. “El Camino de los Medios”, Maestro Naropa. “El Camino de la Comprensión Profunda o Penetrante”, Maestro Maitripa. – Meditación del Maestro, Tantra energético, iniciación Kalachacra, técnicas de concentración profunda y otros.
Mantener siempre la visión pura. Comportarse como un Buda.
A modo de conclusión.
El Tantra comparte con el yoga clásico el objetivo de detener de manera deliberada la actividad espontánea de la mente, y en su caso, ha desarrollado a lo largo del tiempo una gran variedad de métodos que tienen como elemento común el uso de la energía psicofísica.
¿Cuál sería el objeto de esta cesación de conciencia? Producir un vacío que permita adentrarse en espacios que están más allá de la conciencia, en nuestro centro interno.
¿Y cómo saber que se están recorriendo los pasos correctos? Los indicadores se registran en uno mismo, se experimentan de forma real. No son ideas, con frecuencia ilusorias.
¿Si estos registros no están en el intelecto cómo se pueden describir? No tienen descripción, y habitualmente se han referido a ellos con alegorías. Son el sonido producido por dos objetos que no se han llegado a tocar.
[1] En el blog del autor se puede encontrar el texto completo de los Yoga Sutras de Patañjali, incluyendo el texto en sánscrito y castellano con una interpretación propia: https://microcosmos.blog/2021/08/14/estudio-sobre-los-yoga-sutras-de-patanjali/
[2] En el blog del autor se puede encontrar el texto de los capítulos I y IV, además de otras traducciones de alquimia tántrica: https://microcosmos.blog/2021/08/21/alquimia-india-i-rasarnava/